Uno de los aspectos
que con m�s
intensidad generaron no solamente cuestionamientos,
sino adem�s
movilizaciones importantes en mi vida a partir De la
pr�ctica
de la Biodanza es el de la relaci�n
de pareja. La cantidad de transformaciones surgidas
a partir de la vivencia no solo a nivel de la
concepci�n,
sino tambi�n
a nivel de la manera como propongo las estrategias
relacionales, son tan contrarias como
el d�a y la noche.
De otra parte, el hecho de ser psicoterapeuta y al mismo tiempo
especialista en familia, me ha ido acercando a una
realidad que confronta absolutamente el momento
social de nuestro tiempo en el espacio
intrafamiliar. Aun hasta mediados de los a�os
60 en Colombia, las familias ten�an
los influjos de la cultura estructurada a partir de
un tipo de familia extensa, la cual se encontraba
muy cimentada en la idea de que el sistema familiar
adquir�a
sentido a partir de la descendencia, lo que
significaba que eran precisamente los hijos, quienes
le entregaban el sentido a este universo. Desde este
marco, una pareja que no tuviera hijos, recib�a
el juicio social e incluso se convert�a
en una de las pocas causales para la nulidad
matrimonial aceptadas por la iglesia cat�lica
(imperante en nuestro pa�s).
En el advenimiento de la era postmoderna a nuestra cultura, estos
contenidos comenzaron a transformarse. Ya los
presupuestos religiosos comenzaron a
cuestionarse de
tal manera que dejaron de tener sobre las personas
una influencia tan elevada, la
industrializaci�n
se expandi�
abiertamente y la fuerza laboral femenina se hizo
cada vez mas necesaria; de la misma manera las
mujeres comenzaron a tomar conciencia de su papel
social y la necedad de reivindicar sus derechos, lo
que lentamente brindo la posibilidad de tomar
decisiones sobre ellas mismas y sobre su entorno
mediato e inmediato, principalmente sobre su cuerpo.
Paralelamente se comenzaron a cuestionar los prop�sitos
de la cultura patriarcal y
las relaciones de pareja fueron tomando perspectivas diferentes a las
que hist�ricamente
hab�an
tenido.
A partir de estos
hechos se ha comenzado a percibir un cambio radical
en el sentido que las relaciones de pareja tienen,
sobre todo en la vida familiar; pues de encontrarse
centrada en los hijos, hoy el centro se ubica en
ella, lo que a promovido una transformaci�n
cultural tan grande que a�n
en pleno siglo XXI no logramos descifrar.
Es por ello que he
decidido abordar el tema de la pareja en la monograf�a
que me permite optar al t�tulo
de profesor de Biodanza. Sin embargo quiero antes
aclarar algunos aspectos que me parecen
fundamentales.
El primero tiene que
ver con la perspectiva desde la cual se construir�
este trabajo, ye que si bien en un principio pretend�
generar una din�mica
vivencial que me permitiera descubrir los efectos de
Biodanza en la relaci�n
de pareja, al iniciar el proceso, con la ayuda de mi
tutora y algunas de mis compa�eras
de formaci�n,
se gener�
la discusi�n
en torno a que tipo de pareja se hablar�a
desde Biodanza, en tanto que si bien la teorizaci�n
a este nivel es escasa para nosotros, existen
algunos comentarios en los escritos de Rolando Toro
al respecto que dejan entrever que esta no se
enmarca dentro de las tradiciones religiosas o
culturales nuestras, sino que traspasa fronteras que
es importante conocer y ubicar en la
perspectiva del
enfoque bioc�ntrico.
Es por ello que mi reflexi�n se ver� inscrita en la
perspectiva de un ensayo que propenda por generar el
marco te�rico
que pudiera en alg�n momento darle piso al trabajo con parejas a partir de la Biodanza.
En segundo lugar quisiera concretar el marco de referencia desde el cual
se propondr�
la discusi�n;
pues si bien al hablar de la vida en pareja podr�amos referirnos a cualquier espacio en el que las personas nos vemos
obligados (o dispuestos) a relacionarnos con otra
persona, esto es: la relaci�n
madre (padre) �
hijo(a), amigos,
compa�eros
de trabajo o estudio, profesor - alumno, en donde
puede existir simetr�a
o complementariedad relacional, mi discurso estar�
dedicado
fundamentalmente a la reflexi�n
sobre las parejas en las que existe un
involucramiento mayor de orden afectivo y sexual,
tal es el caso de los novios, compa�eros
de hecho o matrimonios, aunque los postulados que se
proponen igualmente pueden ser f�cilmente
trasladados a este tipo de relaciones. De la
misma manera, al
hablar de pareja, en ella integramos a las que
tienen un car�cter
homosexual,
dado que sabemos que en �ltima
instancia las leyes que gobiernan la identidad de
pareja son las mismas sean homosexuales o
heterosexuales; sin embargo tambi�n
tenemos que advertir que en ocasiones nos veremos
obligados a dar explicaciones, la mayor�a
de las ocasiones a trav�s
de ejemplos que involucran a hombres y mujeres en
relaci�n
y no a parejas homosexuales, ello se debe b�sicamente
a que esta es mi opci�n
sexual y por tanto mi punto de referencia, no
pretendo con ello proponer exclusiones.
La tercera aclaraci�n
adquiere sentido en el hecho de que si bien con este
escrito pretendo proponer un marco de referencia te�rico,
el lector observar� que no existe una escuela te�rica
a la que se le de fidelidad a excepci�n
de la teor�a
Bioc�ntrica.
Con ello no quiero decir que le estoy dando paso al
desorden o a la desestructuraci�n
conceptual, sino que deseo abrir mis criterios hacia
diferentes visiones que me permitan construir una
propuesta bien cimentada y que sustente
la vivencia
hacia un verdadero proceso de integraci�n. Por ello se podr�n
observar
citados autores de corte psicoanal�tico,
al lado de otros con enfoque costructivista,
cognoscitivo o sist�mico,
lo cual me plantea un reto b�sico
al cual espero dar respuesta con el respeto que
estas disciplinas me merecen: conjugar para
dilucidar en beneficio de la Biodanza.
Y finalmente,
quisiera referirme al tipo de lenguaje que deseo
utilizar en la elaboraci�n
del escrito (a partir de este momento). Escribir�
en primera persona
del plural, en
tanto que quisiera involucrar al lector en la
reflexi�n,
me gustar�a que juntos exploremos este
aspecto que estoy seguro es uno de los m�s
coyunturales
para nuestras vidas.
Pido excusas para quienes no se encuentren
acostumbrados a este tipo relectura, perro mis
motivos est�n
fuertemente anclados en una
experiencia
afectiva y me mantendr� en ella haciendo eco a las mismas directrices de la Biodanza, sin
que ello vaya en desmedro de la calidad del
contenido. Espero que el sentirme acompa�ado
en este viaje me lo haga a�n
mas placentero de lo que ha sido a trav�s
de la indagaci�n
previa a esta elaboraci�n
La estructura de
este trabajo
Dado que el punto crucial de nuestra discusi�n
ser�
la respuesta a la siguiente pregunta �De
que manera la aplicaci�n
de un proceso de Biodanza, orientada por la
propuesta de la �pareja
ecol�gica�,
facilita la construcci�n de una mayor y mas efectiva comunicaci�n afectiva al interior de las relaciones de pareja de las personas
asistentes a
�l?
dedicaremos la primera parte de nuestra discusi�n,
precisamente al abordaje del tema de la identidad,
ampliando el marco de referencia que hasta el
momento hemos obtenido en nuestro proceso de formaci�n
como profesores de Biodanza, para comprender la
forma c�mo
ella se estructura y dinamiza, lo que a la postre
nos permitir�
incluso comprender por que los conflictos de pareja
son b�sicamente
atentados contra esta esfera de la realidad interna
del ser humano.
Seguidamente, nos
adentraremos en el mundo de la pareja, exploraremos
los postulados de diferentes te�ricos
del amor, observando muy detenidamente los aspectos
que algunos de ellos proponen y que se convierten en
mitos o en talanqueras para vivir una vida en pareja
sana y que promueva el crecimiento abordaremos
algunos postulados de Rolando Toro y que confirman
tanto nuestras intuiciones como las de otros
autores, para desembocar en un espacio testimonial
personal y ajeno, haciendo �nfasis
en los aspectos que a juicio de algunos compa�eros de formaci�n,
han sido los aportes que la Biodanza ha dado tanto a
sus relaciones de pareja. Finalmente formularemos
algunas conclusiones que orienten un poco el que
hacer del profesor en una clase con parejas.
Por su puesto todos
estos aspectos se encuentran abiertos al escrutinio
de quienes ya han transitado tiempo atr�s
por este bello mundo, me abro completamente a su
aporte y su cr�tica para, con el tiempo ir depurando este contenido y d�ndole
la forma que a mi juicio merece.
CAPITULO 1
LA IDENTIDAD
INDIVIDUAL
EL NECIO
(silvio Rodriguez)
Para no hacer de
mi icono pedazos
Para salvarme
entre �nicos
e impares
Para cederme lugar
en su Parnaso
Para darme un
rinconcito en sus altares
Me vienen a
convidar a arrepentirme
Me vienen a
convidar a que no pierda
Me vienen a
convidar a indefinirme
Me vienen a
convidar a tanta mierda
Yo no s� lo que es el destino
Caminando fui lo
que fui
All� Dios, que ser�
divino
Yo me muero como
viv�
Yo quiero seguir
jugando a lo perdido
Yo quiero ser ala
zurda m�s
que diestro
Yo quiero hacer un
congreso del unido
Yo quiero rezar a
fondo un hijo nuestro
Dir�n que pas�
de moda la locura
Dir�n que la gente es mala y no merece
Mas yo partir�
so�ando travesuras
(Acaso multiplicar
panes y peces)
Dicen que me arrastrar�n
por sobre rocas
Cuando la revoluci�n
se venga abajo
Que machacar�n mis manos y mi boca
Que me arrancar�n
los ojos y el badajo
Ser� que la necedad pari� conmigo
La necedad de lo
que hoy resulta necio
La necedad de
asumir al enemigo
La necedad de vivir sin tener precio
PROCESO DE
INTEGRACI�N
E IDENTIDAD
El proceso de integraci�n
goza de un punto nodal a partir del cual gira,
estamos hablando aqu�
de �la
identidad�.
Todo proceso de desarrollo humano, y por l�gica
este, requiere que la persona adquiera completo
conocimiento de su esencia como ser humano y de la
perspectiva que a partir de este descubrimiento est�
en condiciones de dar a su vida, tal como elegir una
carrera, las b�squedas a nivel laboral, el establecimiento de metas�
el tipo de pareja que busca.
Sin embargo, la comprensi�n
de el ser es uno de los ejercicios vol�til,
toda vez que nos encontramos inmersos en una cultura
que distrae permanentemente (a trav�s
de los medios de comunicaci�n,
el mercantilismo, la publicidad o filosof�as
individualistas) esta necesidad existencial.
Definiendo la
identidad
J. Habermans (1983:63) en su libro La Reconstrucci�n
del Materialismo Hist�rico, dedica un capitulo a la formaci�n de la identidad del yo, la cual define como �la
competencia de
un sujeto que es capaz de lenguaje y acci�n,
para dar satisfacci�n
a determinadas
exigencias de consistencia�,
definici�n
que, en primera instancia, plantea el hecho que nos
estamos refiriendo a una capacidad (competencia)
adquirida durante el proceso evolutivo del ser
humano y en segunda instancia, esta se encuentra
dirigida hacia la satisfacci�n
real y adecuada de sus necesidades internas y
externas. Dicho sea de paso, esta competencia se
genera en el marco de las interacciones sociales.
Erickson, por su
parte hace una formulaci�n
similar en la cual ratifica la importancia de dichas
interacciones, sobre todo en el marco dom�stico
que es el mas inmediato al individuo: �la
intuici�n
de la identidad del yo es la confianza acumulada de
que la unidad y continuidad que se tiene a los ojos
de terceros, se corresponde con una capacidad de
mantener una unidad y continuidad
interiores�1;
lo que propone que para poder hablar de identidad en
un ser humano, es necesario que este
tenga cierta conciencia de si mismo y de lo que se
representa para los dem�s.
Rolando Toro aduce que la Identidad es �el �nico
y sus atributos�, es decir �lo
que cada persona �es�
esencialmente frente a cualquier otro sistema de
realidad�.
Y adiciona que se fundamenta en la estructura gen�tica (...) �La
Identidad se manifiesta no s�lo
a nivel celular y visceral sino tambi�n
en el nivel psicol�gico-existencial�
y mas adelante expresa una definici�n
que si bien la considera insuficiente la asume de
gran valor operativo: �
La capacidad de experimentarse a si mismo como
entidad �nica
y como centro de percepci�n
del mundo, a partir de una ineludible y conmovedora
vivencia corporal�2.
Esta formulaci�n
nos ubica en un marco, a mi modo de ver bastante
incluyente de las propuestas expuestas por Erickson
y Habermans, super�ndolas
en el sentido de que adem�s
de una percepci�n
de car�cter
cognitivo, Toro incorpora al concepto la percepci�n
corporal como un elemento fundamental para la
construcci�n
de la identidad personal, en tanto que la �conciencia
de Identidad es la capacidad para experimentarse a s�
mismo como entidad �nica
y como centro del percepci�n
del mundo�3.
Ahora bien, Heidegger (citado por Toro) propone que �La
interpelaci�n
de la Identidad habla por el Ser del ente�
y ello no involucra en la discusi�n
filos�fica
que sobre ella se ha tejido hist�ricamente.
1 ERICKSON, M. Citado por
HABERMANS.(1983:63).
2 TORO, Rolando. Identidad. En: Curso de
Formaci�n Docente de Biodanza.
3 TORO. Op. Cit.
La filosof�a
y el Ser
La filosof�a
cl�sica
propuso el tema del ser como un elemento de discusi�n
que
durante mucho tiempo
acapar�
la atenci�n
de estos pensadores.
En el marco de sus
discusiones se formularon sentencias como la
siguiente
�Lo que diferencia la suerte de los mortales,
puede reducirse a tres condiciones fundamentales:
1.Lo que uno es: pues, la personalidad
en su sentido mas alto. Por consiguiente, se
comprende aqu� la salud, la fuerza, la belleza, el
temperamento, el car�cter moral, la inteligencia y
el desarrollo.
2.Lo que uno tiene: as� pues, la
propiedad y el haber de todas clases.
3.Lo que se representa: sabido es que
por esta expresi�n se entiende de la manera como los
dem�s se representan a un individuo; por
consiguiente, lo que est� en su representaci�n.
Consiste , pues, en su opini�n sobre �l, y se divide
en honor, categor�a y gloria.�4
Adentr�monos
un poco en este contenido, el cual resulta
interesante para nuestros fines.
Si bien esta
subdivisi�n
tiene sentido en el orden explicativo, a nivel pr�ctico
el contenido se diluye, en tanto que se hace dif�cil
desligar del individuo todos los aspectos que forman
parte del universo relacional propio; universo que
involucra tanto lo interno como lo externo. As�,
el ser integral no solamente se encuentra
constituido por lo que le es dado gen�ticamente,
sino de la misma
manera por lo que adquiere externamente en su relaci�n
con el medio. De esta manera, en el orden
de ideas propuesto por este autor, ser�a
imposible desligar de la identidad del lo que este
tiene y lo que representa, ya que ello tambi�n
lo define y este se relaciona con el mundo a partir
de estas posesiones y de lo que representa y busca
representar para los dem�s.
No es el mismo, ni se
enfrenta a la vida de la misma manera, una persona
que vive en un barrio subnormal de una gran ciudad,
y cuyas posesiones no alcanzan a encontrarse mas
lejos que las que requiera para mantenerse con
4 SHOPENHAUER. Divisi�n Fundamental. En
______________________ .
vida, que quien habita sectores estrato seis y que
a todas luces puede darse el lujo de desear mas de
lo necesita con la seguridad de poderlo adquirir, o
el campesino que con lo que tiene le basta para
lograr su sustento. Tampoco lo es quien sus actos,
pensamientos y sentimientos resultan validados y
valorados externamente, que quien se siente an�nimo,
marginado, invalidado o descalificado cotidianamente
Estamos seguros que
la complejidad del ser humano no admiten
reduccionismos tan marcados, m�s
bien y por el contrario ser�a
necesario ver las cosas de una manera mas
integrativa - tal vez sist�mica-
para lograr comprender una dimensi�n
tan grande como la de la identidad.
LA CONSTRUCCI�N
DE LA IDENTIDAD
Desde este orden de
ideas, nos atrever�amos
a proponer que ella se
constituye a
partir de los elementos vivenciados desde los planos
intrapersonal e interpersonal (relacional),
en procesos complejos que se organizan en el
individuo y constituyen su repertorio para
comprender y asumir la vida.
Elementos
constitutivos de la identidad
Antes de iniciar una comprensi�n
mas a fondo de estos dos planos de construcci�n de la identidad, convendr�a
hacer un alto para realizar una diferenciaci�n
de cuatro conceptos que a lo largo de este texto
estar�n
siendo manejados con frecuencia, en tanto que tienen
que ver con la identidad como proceso psicol�gico:
s�-mismo,
autoconcepto, yo y personalidad; conceptos definidos
por Ausubel y Sullivan (1983:12) para explicar el
desarrollo del yo y que calzan espl�ndidamente
a nuestros fines, en tanto que nos introducen en el
contenido al que a continuaci�n vamos a referirnos.
�1) S�-mismo: es una constelaci�n de
percepciones y recuerdos individuales que constan de
la imagen visual de la propia apariencia f�sica , la
imagen auditiva que evoca el sonido propio del
nombre, las im�genes de las sensaciones Kinest�sicas
y de la tensi�n visceral, los recuerdos de
acontecimientos personales, etc.
2)
Autoconcepto:es una abstracci�n de las
caracter�sticas esenciales distintivas del s�-
mismo que establecen una diferencia entre la
existencia consciente de un individuo,
por una parte y el ambiente y otros s�-mismos por
otra. En el curso del desarrollo se
vinculan con el autoconcepto diversas actitudes
evaluativas, valores, aspiraciones,
motivos y obligaciones.
3)El yo: es el sistema organizado
de las propias actitudes, motivos y valores
interrelacionados que resulta de dicha vinculaci�n.
4)Personalidad: es un termino a�n
mas inclusivo que el �yo�. Comprende todas las
predisposiciones
conductuales caracter�sticas
del individuo en un momento dado de su vida.
Abarca as� los aspectos perif�ricos, transitorios y
triviales, adem�s de los centrales de su repertorio
Conductual�.
El t�rmino
personalidad fue propuesto desde el psicoan�lisis
para designar una estructura concreta a nivel ps�quico,
que puede ser observada a trav�s
de ciertos rasgos que dan cuneta de ella. Sin
embargo en los �ltimos
a�os,
a partir de las construcciones conceptuales de las
teor�a
de la complejidad, la discusi�n
en torno a la personalidad �pas�
de una consideraci�n
de rasgos a una
perspectiva procesual de la personalidad�5
que ha permitido comprenderla como una construcci�n
que se realiza a trav�s
de patrones de organizaci�n
que facilitan la facultad humana de realizar
procesos de adaptaci�n
que al mismo tiempo definen su identidad, a partir
de su capacidad relacional.
Con todo, podr�amos
afirmar que la identidad se constituye en la
vivencia de ciertos patrones de organizaci�n
del �sistema
personalidad�,
el cual involucra como elementos los aspectos:
corporal, emocional, intelectual y espiritual del
individuo, y que se estructuran a trav�s
de un proceso que involucra:
1.La
percepci�n
de s�-mismo
2.La
distinci�n
entre el s�
mismo propio y el de los otros individuos.
3.El
autoconcepto o la autoimagen lograda a partir de las
evaluaciones hechas a �ste.
4.Los
comportamientos y las relaciones establecidas en
consecuencia con ello.
Moreno 2003
Rolando Toro de una
manera mas completa y ajustada a los objetivos de la
Biodanza, lo grafica de la siguiente manera.
Perm�tasenos ahora extendernos un poco sobre la manera como se
dinamizan en
lo humano estos patrones de organizaci�n
sist�micos
que definen la identidad de un individuo; no sin
antes aclarar que estas intuiciones son el
resultados de la lectura critica de algunos textos, la cual si bien
resulta incompleta, tambi�n
est�
absolutamente sujeta a discusi�n.
Para iniciar esta exposici�n,
pensamos importante entregar un marco de referencia
bioc�ntrico
desde donde sea posible comprender el sistema
personalidad y la manera como este se organiza.
�C�mo se estructura lo vivo? *
En un muy completo libro llamado
�La Trama de
la Vida�,
el f�sico
Fritjof Capra (1999:171). se hace la pregunta de
�qu�
es la vida?; Y a partir del abordaje de connotados
te�ricos
aclara que tanto la vida como todo lo vivo, se
origina a partir de procesos muy complejos que se
dan en estados de no-equilibrio, es decir desde el
caos y que a pesar de generarse desde all�,
se dirigen hacia el orden a partir de din�micas
de autoorganizaci�n que les permiten manifestarse de una manera u otra.
En otras palabras, lo que la ciencia ha descubierto es que todo lo que
se considere vivo, tiene la capacidad de ordenar su
propio desequilibrio y producir
todo lo
necesario para adaptarse a los cambios y
requerimientos que le propone el medio que lo
rodea. Es decir que todo sistema vivo tiene ante
todo una capacidad auto-organizadora (autopoyetica
seg�n
la propuesta de Maturana en la Teor�a
de Santiago) a trav�s
de la cual se crea y recrea permanentemente con el
fin de lograr su adaptaci�n.
En este orden de ideas, el concepto de auto-organizaci�n
surgi�
a partir del reconocimiento de que este proceso es
posible por la existencia de una red interaccional
que se construye a trav�s de los elementos constitutivos del sistema. Red que se convierte en el
patr�n
organizador de sus estructuras.
*
este texto es una adaptaci�n
del trabajo presentado por mi para el 8�
encuentro Internacional de Equipos de trabajo en la
Ciudad de Guanajuato (mexico) y que titula �descubriendo y modificando los patrones personales que afectan tu
participaci�n en equipos de trabajo)
La din�mica
de los patrones de organizaci�n
Aclarando un poco mas
lo expuesto, todo sistema vivo posee una
estructura a
trav�s
de la cual logra su manifestaci�n
f�sica,
y un patr�n
de organizaci�n
a
trav�s
de la cual dicha manifestaci�n
se efect�a.
Capra, propone la tesis de que
adem�s
es necesario tener en cuenta el proceso, el
cual se define como �la
actividad que se ocupa de la continua corporizaci�n
del patr�n
de organizaci�n del sistema�6.
Estructura,
organizaci�n
y proceso,
son inseparables y se hace necesario comprenderlos
plenamente para de la misma forma comprender la
manera como se dinamiza un sistema vivo.
Maturana y Varela (1996:28) definen el t�rmino organizaci�n
como �las
relaciones que deben darse entre los componentes de
algo para que se lo reconozca como miembro de una
clase espec�fica�
y estructura como �los
componentes y las relaciones que concretamente
constituyen una unidad particular realizando su
organizaci�n�.
Adem�s,
explican ambos conceptos a partir de un ejemplo
bastante esclarecedor.
�En el excusado la organizaci�n del sistema de
regulaci�n del nivel de agua consiste en las
relaciones entre un aparato capaz de detectar el
nivel de agua, y otro aparato capaz de cortar el
flujo de entrada de agua. En el ba�o de la casa esta
clase de artefacto se realiza con un sistema mixto
de pl�stico y metal, consistente en un flotador y
una v�lvula de paso. Esta estructura espec�fica, sin
embargo, podr�a ser modificada reemplazando el
pl�stico por madera, sin alterar el hecho de que
seguir�a siendo un escusado�
El ejemplo, nos
permite dar un paso mas en la conceptualizaci�n,
pues parece claro que si bien la estructura puede
tener algunas modificaciones, lo que no podr�a
cambiarse es el patr�n
de organizaci�n
establecido. Y si este llegara a
ibid, p.173
transformarse se convertir�a
en algo completamente diferente a lo que
inicialmente era.
En el caso de los
sistemas no vivos, este proceso resulta f�cil
de observar y definir; sin embargo al trabajar con
sistemas vivos e inteligentes, nos hallamos ante una
dificultad importante, ya que sus componentes se
encuentran en continuo cambio, dado el flujo
incesante de materia y energ�a
que ocurre a su interior y que facilitan su
crecimiento, desarrollo y evoluci�n,
para lo cual estos organismos requieren de la
permanente presencia de procesos auto-reguladores
que ayuden a que la mencionada organizaci�n
se logre en el sistema y as��ste
logre su supervivencia en el medio.
Ahora bien, hemos venido refiri�ndonos
a los sistemas vivos y no vivos; resulta
conveniente, a esta altura, concretar el sistema del
cual queremos dar cuenta en este escrito.
El Sistema
Personalidad
El creador de la Teor�a
General de los Sistemas, Ludwing Von Bertalanffy en
el desarrollo de su teor�a,
evidenci�
la manera como es posible descubrir sistemas en los
diferentes campos de estudio cient�fico:
biol�gico,
f�sico,
social e incluso psicol�gico;
en su discusi�n
se centr�
en postular algunas consideraciones desde la
perspectiva psicofisiol�gica
y en la manera como es posible aplicar los
contenidos propios de su teor�a
y de la cibern�tica
en los proceso que se realizan en sistema ps�quico
del individuo: �las
nociones de �equilibrio�,
homeostacia�,
retroalimentaci�n�,
�stress�,
etc. ser�n
de origen tecnol�gico
o fisiol�gico,
pero aplicables
m�s o menos bien a fen�menos psicol�gicos�
y agrega que
�los te�ricos de sistemas coinciden en que
el concepto de sistema no est�
limitado a entidades materiales sino que puede
aplicarse a cualquier �todo�
que consista en �componentes�
que interact�en�.
Bertalanffy
(1994:109) en su texto, realiza una importante
discusi�n
en torno a la necesidad de observar al ser humano
como algo m�s
que funciones o mecanismos y aclara que a partir de
la segunda guerra mundial se generaron una gran
cantidad de estudios que pretenden dejar de �considerar
al hombre como un aut�mata
reactivo o robot sino como un sistema activo de
personalidad, t�rmino
este que comenz�
a ser usado por el autor de este escrito, pero en un
contexto diferente de aplicaci�n
al propuesto por Bertalanffy: el de la interacci�n
e interdependencia entre cuatro elementos
estructurantes: cuerpo, emociones, intelecto y esp�ritu,
extra�dos
de la teor�a
de Bob Hoffman (1992:121) quien denomina a este
sistema (sin considerarlo como tal) �la
cuadrinidad�.
El Proceso De Construcci�n
Del Conocimiento... el proceso de construcci�n
de la identidad
Pero a ello volveremos mas adelante, continuemos con el desarrollo del
concepto patr�n,
pero ahora visto desde una perspectiva diferente
pero igualmente complementaria: la epistemolog�a. Ella comprendida en t�rminos
de Bateson, como la manera como �los
organismos o agregados de organismos particulares conocen, piensan y deciden�7;
Bradford Keeney(1994:27) lo plantea de la siguiente
manera �en
t�rminos
m�s
generales, el estudio de la epistemolog�a
nos lleva a reconocer c�mo
construyen y mantienen las personas sus h�bitos
de cognici�n�;
Maturana lo define como �conocer
el conocer�,
lo que se convirti�
en una pasi�n
para algunos cient�ficos (especialmente bi�logos)
y que sac�
la tem�tica
del dominio de los fil�sofos,
en tanto que el conocimiento dejo de verse como una
funci�n
exclusiva de la mente (y del alma) para ser
comprendida desde la perspectiva psicoficiol�gica
y en general biol�gica.
Bateson citado
por Keeney 1994. Pg 27
Acorde con ello, los
epistem�logos
han descrito la manera como en los seres humanos se
hace posible la adquisici�n
de un conocimiento*. Este implica un
proceso que comienza con el establecimiento de
ciertas �distinciones�.
Distinguir es un procedimiento b�sico
por medio del cual es posible establecer que algo no es lo mismo
que otra cosa, por ejemplo es por este medio que
diferenciamos una mesa de una silla o una silla
mecedora de otra para el comedor y por tanto se
utilizan de diferente manera. A simple vista esto no
tiene mayor importancia, pero mir�ndolo
a profundidad, es algo fundamental, ya que ellas
�son
la base para cualquier acci�n,
decisi�n,
percepci�n,
pensamiento, descripci�n,
teor�a,
o epistemolog�a�8.
A partir de las distinciones se establecen los l�mites y las fronteras que
facilitan la construcci�n
de un universo de conocimientos particulares y
generales. El lenguaje juega un papel de privilegio
en este proceso: al nombrar algo de una
manera determinada lo diferenciamos de lo otro,
lo que genera la necesidad de crear nuevos c�digos
para su identificaci�n.
Posteriormente al establecimiento de distinciones, es posible llegar a
las descripciones, es decir a una dimensionen la que
se enuncian las cualidades del objeto de
conocimiento (para lo cual igualmente es necesario
hacer distinciones).
Siendo las distinciones y las descripciones la base para la adquisici�n
del habito
cognitivo, el siguiente paso es el establecimiento
de puntuaciones. Una puntuaci�n
se podr�a
definir como: la manera como el individuo organiza
los datos (relaciona las distinciones hechas) para
que ellos adquieran sentido en el contexto desde el
cual enmarca su vida. As�
una persona puede hacer distinciones que tengan que
ver con el modo de vestir y el clima, por ejemplo:
un pantal�n
blanco, y el hecho de que llueva y plantearse una
puntuaci�n
seg�n
la cual �cada
vez que me pongo
* Desde la perspectiva de autores como
Von Forster, Bateson, Varela y Maturana, no se habla
de un conocimiento que necesariamente
implique un proceso de razonamiento; este termino
abarca igualmente la adquisici�n de contenidos que a
cualquier sistema vivo le facilita la supervivencia.
De esta manera, la planta por ejemplo siempre
dirigir� sus ra�ces hacia el lugar donde existe agua
o sus ramas hacia el sol, esto se considera
conocimiento en este sistema. 8 Keeney
Op. Cit. p.33
el pantal�n
blanco llueve�.
Al puntuar, las personas generan un marco de
referencia que se convierte en algo as�
como la lente a trav�s
de la cual perciben, interpretan el mundo y dan
significado a acontecimientos y vivencias que
ocurren en �l.
Estas puntuaciones tambi�n
son organizadas por el individuo a trav�s
de pautas o patrones por medio de las que se definen
estructuras complejas (de personalidad) a trav�s
de las cuales el individuo dinamiza su existencia y
establece sus formas personales de ser, hacer,
sentir y comportase en el mundo. Es decir que estas
pautas de puntuaci�n
definen la manera como el individuo se presenta y
relaciona ante si mismo, los otros y el universo.
Patrones De
Organizaci�n
Del Sistema Personalidad
Lo antedicho nos permite realizar lagunas apreciaciones que faciliten la
comprensi�n
de lo que en un primer momento nos propusimos:
determinar la manera como los patrones personales
facilitan o entorpecen estructura y la din�mica
de un equipo de trabajo (entendiendo este de la
misma manera como un sistema vivo y con igual
condici�n
de acciones auto-organizativas y auto-correctivas)
El Sistema Personalidad denominado por Bob Hoffman: la cuadrinidad,
est�
conformado
como ya dijimos por cuerpo, emociones, intelecto y
esp�ritu,
este autor, precursor de la psicolog�a
transpersonal, ide� un proceso a trav�s
del cual fuera posible observar, reflexionar y
desprogramar los condicionamientos negativos
adquiridos en la infancia a trav�s
de lo que denomina s�ndrome
del amor negativo.
A su vez, Manuel
Almendro (1995:361) quien a trabajado con Hoffman y
conoce bien el �Proceso
Hoffman De La Cuadrinidad�,
sintetiza de una manera notable los postulados de
�ste
en su libro Psicolog�a Y Psicoterapia Transpersonal.
�El cuerpo alberga a la trinidad: ser emocional -
ser intelectual - ser espiritual.
Seg�n Hoffman el cuerpo es el depositario de las
percepciones sensoriales, sufre
los s�ntomas f�sicos causados por los conflictos no
resueltos, es conductor de la
programaci�n gen�tica, depositario del recuerdo,
etc.
En esta trinidad se puede hablar de una dualidad
formada por el ser emocional y el
ser intelectual, que ser�an los dos aspectos
programados de la trinidad.
El ser emocional o el ni�o, como tambi�n se le
llama, es el aspecto programado
que crea los sentimientos que se expresan a trav�s
del cuerpo con dos aspectos
distintos:
El negativo, ni�o/a emocional
negativamente programado, con emociones
negativas como ansiedad, miedo, angustias, culpa, en
fin, sentimientos de no ser
digno de ser amado. El positivo que demuestra
emociones infantiles positivas,
como la espontaneidad, la creatividad, la
curiosidad, etc.
El ser intelectual es el aspecto programado que crea
los procesos de pensamiento.
Esta programaci�n incluye lo que ideamos, c�mo
pensamos, nuestra l�gica
personal y nuestras creencias. El intelecto analiza,
racionaliza, critica, justifica,
discute, juzga, etc. caracter�sticas que pueden ser
negativas o positivas seg�n la
motivaciones. El ser espiritual ser�a un aspecto
puro, no programado, que conoce y
busca la verdad; es todo sabidur�a y amor, tiene la
capacidad de resolver el
conflicto entre el intelecto y el ni�o�
Por su puesto, no es
nuestra intenci�n
adentrarnos en los �mbitos
explicativos de la psicolog�a
transpersonal, sin embrago las intuiciones de
Hoffman al respecto de los aspectos programados del
la personalidad del individuo, nos sirven como
marco para
asumirlos como las pautas o patrones de organizaci�n
que estructuran su din�mica
de personalidad. As�,
Las vivencias infantiles van construyendo
(programando), bien sus bloqueos, bien sus
potencialidades de expresi�n.
Cada uno de los acontecimientos que van transcurriendo por la vida del
ni�o,
se convierten en posibilidades para el aprendizaje,
este, como ya se dijo, conlleva un proceso que ahora
se explicar�
un poco mas detenidamente, a trav�s
de un ejemplo.
Pongamos el caso de
un ni�o
de cuatro a�os
de edad que sistem�ticamente
ha buscado la manera de agradar a sus padres y
lograr su atenci�n;
atenci�n
puesta ahora en su hermana menor acabada de nacer y
que ha comenzado a acaparar las miradas y
comentarios no solo de ellos, sino tambi�n
de cada una de las personas que llega a la casa de
visita. Su inter�s
por notarse lo lleva inicialmente a realizar
conductas que agraden a sus padres como ser mas
conversador, creativo o esmerado en el cuidado de
sus cosas y como estas no dan resultado lo hace
ahora a trav�s
de otras que los padres cre�an
ya superadas para su edad, tales como orinarse en la
cama o querer dormir en la mitad de los dos.
Si bien es posible que estas t�cticas
generen la respuesta que el chico requiere y que
nuevamente sus comportamientos vuelvan a lo
acostumbrado, toda vez que sus padres caen en cuenta
del error y cambian su actitud (involucrando en ello
a los visitantes con los que se dialoga previamente
para que asuman una actitud de mas prelaci�n
con su hijo mayor) lo que le lleva a darse cuenta de
su lugar en el
espacio familiar y a sentirse seguro del amor de sus
padres, tambi�n
lo es que ello no ocurra y dadas las
exigencias que trae la llegada de un nuevo miembro a
la familia y los azares que el hecho produce para
los padres, estos interpreten esas conductas como
simples impertinencias de su hijo o un simple inter�s
de este de llamar la atenci�n
(a lo que no se le puede hacer caso, pues se corre
el peligro de que se convierta en un caprichoso).
Tanto en el primer
caso como en el segundo, el ni�o
adquiere un conocimiento a cerca de la manera como
es percibido por sus padres y de la misma forma del
lugar que ocupa tanto en el espacio familiar, como
en el mundo. En el primer caso las distinciones que
establece el peque�o
pueden estar encaminada hacia comprender que no
necesita competir y que el simple hecho de ser el
hijo de sus padres es suficiente para ser atendido y
validado; por tanto es posible suponer que su
autoestima se fortalecer�
y las puntuaciones que establezca frente a la vida
sean de asertividad, optimismo, creatividad... Sin
embargo en el segundo caso, la propuesta ser� diferente y eso podr�
contribuir a que se constituya en su
personalidad un patr�n,
por ejemplo de invalidaci�n,
lo que har�
que la postura frente a la vida sea de desconfianza,
prevenci�n,
competencia, mendicidad o dependencia afectiva,
infantilismo etc.
Las distinciones que el chico hace, pueden estar mediadas por
descripciones a cerca de la conducta que sus padres
realizan en t�rminos
de preferencia sobre su hermana o en su propio
desempe�o
como persona. As�,
se construir�n
puntuaciones como: �mi hermano es mejor que yo�,
�mis
padres prefieren a mi hermano, en cambio a mi me
desprecian�,
�
mis esfuerzos no son v�lidos�,
�no
vale la pena esforzarse si ello no es percibido ni
validado�
o algunas otras mas definitivas y lapidarias como
�no
valgo nada�,
�no
debo entregar mi amor porque ser�
traicionado�,
�a
mi nadie me quiere�.
Por su puesto es
necesario aclarar que no es posible que este tipo de
estructuras se construyan de una manera tan simple,
a partir de un solo evento, son los diferentes
hechos que ocurren durante el tiempo, los contextos
en los que se dan y la manera como el peque�o
organiza (desde sus sensaciones y emociones) las
distinciones realizadas, lo que se convierte en un
conocimiento, en t�rminos
de lo que nos interesa: un patr�n.
Siguiendo con nuestro ejemplo, este patr�n de �invalidaci�n�,
genera en nuestro personaje, ahora adulto, una
inclinaci�n
bastante pronunciada hacia la aparici�n
frecuentes de pensamientos y actitudes de
autoexclusi�n,
cr�tica
permanente, insatisfacci�n
personal frente a la vida, invalidaci�n
de las experiencias de los dem�s,
falta de amor propio, desconocimiento de la
autoridad, etc. y desde all�
relacionarse
consigo mismo y con los dem�s.
Ahora bien, la manera
como estos patrones se organizan en el individuo ni�o,
est�n
tambi�n
muy mediados por la manera como fueron organizados
por sus padres, as�
es posible encontrar patrones que tiene una historia
muy larga y que se han trasmitido de generaci�n
en generaci�n,
siendo por decirlo de alguna
manera, reciclados en cada una de ellas, a trav�s
de nuevas formas de presentaci�n.
Hab�amos
mencionado anteriormente que el sistema personalidad
goza, como todo sistema vivo, de capacidad
auto-organizativa, es entonces posible comprender
ahora como se da esta, tomando el ejemplo que
venimos desarrollando como conductor.
El patr�n
de organizaci�n
psicol�gico
imperante, podr� verse evidenciado permanentemente en su cuadrinidad, es decir,
tanto en su cuerpo, como en su esfera emocional, en
su intelecto y en su capacidad y b�squeda
trascendente.
Es posible que las manifestaciones corporales vayan desde una
tendencia a la somatizaci�n
de los conflictos a trav�s
del sistema gastrointestinal (gastritis, Ulceras,
colon irritable, colitis, etc.) hasta posiciones
corporales que bien pueden mostrar una fuerte
tendencia a la curvatura de la espalda (que denote
pasividad o abatimiento), o por el contrario erecci�n
de esta, sacando el pecho exageradamente, (posici�n que muestra una tendencia a la confrontaci�n
y la rivalidad). En el �mbito
emocional, se podr�a
observar una tendencia al retraimiento y la depresi�n,
predominancia de los miedos o la rabia, la cual la
mayor�a
de las veces ser�
reprimida por la necesidad de validaci�n
permanente. En el plano del intelecto,
podremos observar una fuerte tendencia a la
auto-culpabilizaci�n
o al juicio de los dem�s,
necesidad de participaci�n
compulsiva y dificultad para decir no. Y finalmente,
su esfera espiritual tal vez este mediada por
la religiosidad, en busca de �gur�s�
que le aseguren la trascendencia y tendr�
dificultad
para mantener y vivenciar su fe, en tanto que hasta
este punto la invalidaci�n
supera la capacidad de confianza.
LA IDENTIDAD COMO UNA CONSTRUCCI�N
SOCIAL
Retomando lo
expresado anteriormente cuando expusimos el proceso
a trav�s del cual se logra la identidad, tenemos que
1.Al lograr la percepci�n de s�-mismo estamos estableciendo las distinciones
2.La
distinci�n
entre el s�
mismo propio y el de los otros individuos, para lo
cual es menester generar descripciones entre unos y
otros.
3.El
autoconcepto o la autoimagen lograda a partir de las
evaluaciones hechas a �ste.
Lo que implica el establecimiento de una puntuaci�n
4.Los
comportamientos y las relaciones establecidas en
consecuencia con ello, las cuales van estructurando
pautas de relaci�n
que se mantienen en el tiempo y se dinamizan en los
diferentes contextos acorde con las necesidades
particulares del sistema.
Como vemos, el c�mo
se perciba el individuo a si mismo tiene que ver:
con la maduraci�n
de las estructuras fisiol�gicamente
necesarias para que este proceso se de (el sistema
nervioso central), el desarrollo cognitivo y
motivacional logrado a trav�s
de sus propias experiencias vitales y la relaci�n
con el medio social circundante que es quien le
entrega la informaci�n
necesaria para que por una parte se sienta, como
persona, parte de la especie y por tanto
perteneciente a ella y por otra, como individuo,
completamente diferente y con rasgos propios que lo
hacen �nico
e irrepetible.
Rolando Toro
complementa esta afirmaci�n
de la siguiente manera:
�El proceso de Identidad de s� mismo, del pr�jimo y
de los objetos no es est�tico, sino esencialmente
din�mico y transitivo. Podr�amos decir que existe
una sincronicidad perfecta entre las
transformaciones de la Identidad del sujeto y la de
la identificaci�n del mundo.
Esto sucede tambi�n con el mundo percibido. La
realidad es la misma, hay una constante en ella, una
especie de estructura superestable y, sin embargo,
ella se modifica cualitativa y cuantitativamente en
cada momento�.
Finalmente, quisi�ramos
referirnos a la frase con que Habermans cierra su
capitulo �desarrollo
moral e identidad del yo�9:
�la identidad del yo hace referencia a una libertad
que se autolimita, en la intenci�n , ya que no de
identificar, si al menos de conciliar la dignidad
con la felicidad�
�Cu�nto
se autolimite la libertad individual? Depender�
de las posibilidades que haya construido (o
construya) la persona para hacer frente a la vida,
acorde con sus patrones de organizaci�n
de la identidad personal y a partir de all�
de sus valores, preferencias, las fuerza de sus
deseos, etc., tanto como con las
posibilidades
entregadas por su contexto social inmediato o
mediato.
La construcci�n
de la identidad desde la interrelacionalidad
Como ya venimos observando la identidad no solo se
estructura, sino que tambi�n se manifiesta es
a partir de la relaci�n
consigo mismo, sino que en ella juega un
papel de primac�a
la idea de el
�otro�, el cual le da sentido y existencia psicol�gica.
Ya el psicoan�lisis
lacaniano propuso que el sujeto solo podr�a
concebirse como tal en la medida que el �otro�
lo �nombrara�,
en una relaci�n
establecida a trav�s
de un proceso que involucra una din�mica
especular en donde la funci�n
de espejo la realiza ese �otro�,
qui�n
a la postre define el papel que el yo juega en el
universo. La gr�fica
propuesta desde esta teor�a es la siguiente.
YO
------------------ y
Otro
yo
Op. Cit. p.83
en donde yo es
fundamentalmente el deseo del otro, es decir Es lo
que para el otro signifique, no lo que realmente Es,
y termina por serlo en el transcurso de su
existencia.
L�gicamente
el marco en el que este proceso se produce con m�s
fuerza, es el espacio familiar.
Magdalena Le�n
(1994) haciendo un an�lisis
sociol�gico
de la relaci�n
�familia�� �g�nero�,
explica la trascendente importancia que para ello
tienen el conjunto de relaciones familiares en el
que se encuentra inmerso el individuo en formaci�n.
Seg�n
ella �el
desarrollo personal se toma como la expresi�n
de un proceso muy complejo, que lleva a la
construcci�n
de la identidad, el cual se piensa como algo
en permanente desarrollo y por lo tanto mutable en
la vida de cada sujeto. En otras palabras, la
identidad se constituye y reconstituye en los
diferentes ciclos de la vida familiar�.
De otra parte, Berger y Luckman (1978:217) en un art�culo
titulado
�la sociedad como realidad
subjetiva�,
aclaran que la �identidad
se forma por procesos sociales y una vez
cristalizada es mantenida, modificada y a�n
reformada por procesos sociales�.
Estos autores,
incluso llegan a afirmar, no sin fundamento, que
hasta los m�s
m�nimos
impulsos o manifestaciones corporales de las
personas, se encuentran afectados por los mencionados procesos sociales. En este
sentido, tanto la cultura, como la estructura
social, definen lo que es permitido o rechazable en
el contexto de la pr�ctica personal o social del individuo, llegando a ser tan grande su
control que puede llegar hasta mutilar y matar.
�la sociedad tambi�n interviene directamente en el
funcionamiento del organismo, sobre todo con
respecto a la sexualidad y la nutrici�n. Si bien
ambas se apoyan en impulsos biol�gicos estos
impulsos son sumamente pl�sticos en el animal
humano(...) La sexualidad y la nutrici�n se
canalizan en direcciones espec�ficas, socialmente
m�s que biol�gicamente, y esta canalizaci�n no solo
impone l�mites a esas actividades, sino que afecta
directamente las funciones del organismo. As� pues
el individuo el
individuo exitosamente socializado es incapaz de
funcionar sexualmente como objeto sexual �impropio�
y tal vez vomite cuando se le ofrece un alimento
�impropio� (...) Por ello , puede decirse que la
realidad social determina no solo la actividad y la
conciencia ,
sino tambi�n,
en gran medida, el funcionamiento del organismo�10.
Es decir que el papel
de ese �otro�
en la identidad personal es tan grande como los l�mites
individualmente constituidos en el proceso de
socializaci�n
lo permitan, l�gicamente
asumiendo que esos �otros�
inmediatos (generalmente los padres o sustitutos de
ellos, incluso la apareja) son quienes facilitan o
impiden la formaci�n
de dichos l�mites.
Adentr�monos
ahora en lo que nos convoca para este trabajo: la
relaci�n
de pareja, vista como uno de los espacios en los que
experimentamos lo que somos lo que somos y nos
desarrollamos y desenvolvemos como individuos.
BERGER y LUCKMAN
(1978:225)
CAPITULO 2 LA IDENTIDAD DE
PAREJA
POR QUIEN MERECE AMOR
(Silvio Rodriguez)
Te molesta mi
amor, mi amor de humanidad
y mi amor es un
arte en su edad
te molesta mi
amor, mi amor de surtidor
y mi amor es un
arte mayor
Mi amor, es mi
prenda encantada
es mi extensa
morada, es mi espacio sin fin
Mi amor, no
precisa frontera
como la
primavera no prefiere jard�n
Mi amor, no es
amor de mercado
porque un amor sangrado, no es amor de lucrar
Mi amor, es todo
cuanto tengo
si lo niego o lo
vendo para que respirar
Te molesta mi
amor, mi amor de juventud
y mi amor es un
arte en virtud
te molesta mi
amor, mi sin antifaz
y mi amor es un
arte de paz
Te molesta mi
amor, mi amor de humanidad
y mi amor es un
arte en su edad
te molesta mi
amor, mi amor de surtidor
y mi amor es un
arte mayor
Mi amor, no es
amor de uno solo
sino alma de todo
lo que urge sanar
mi amor, es un
amor de abajo
que el devenir me trajo para hacerlo empinar
Mi amor, el m�s
enamorado
es del m�s olvidado en su antiguo dolor
mi amor, abre
pecho a la muerte
y despe�a su suerte por un tiempo mejor
mi amor, este
amor aguerrido
es un sol
encendido por quien merece amor
LA CONSTRUCCI�N
DE UNA IDENTIDAD DE PAREJA
Quisiera ahora entrar en uno de los mundos m�s
dif�ciles
de abordar hoy en d�a: el mundo de la pareja.
Pero antes de iniciar
este viaje, me gustar�a
volver a plantear la pregunta que inicialmente
formulamos, de tal manera que no perdamos el rumbo
de nuestro discurrir conceptual.
�De
que manera la aplicaci�n
de un proceso de Biodanza, orientada por la
propuesta de la �pareja
ecol�gica�, facilita la construcci�n de una mayor y mas efectiva comunicaci�n
afectiva al interior de las relaciones de pareja de
las personas asistentes a �l?11
Para lo cual
inicialmente abordaremos la inquietud de la pareja
ecol�gica
a trav�s
de una conexi�n
con el concepto identidad trabajado en el capitulo
anterior; para
10 cual nos hacemos una nueva pregunta orientadora: �C�mo
construir una
relaci�n
de pareja con identidad propia, que no afecte la
identidad individual de
quienes la conforman?12
Cuestionamiento
�ste
que necesariamente trae consigo otros m�s
del car�cter
de:
�es posible hablar de identidad de pareja?,
�qu�
aspectos connotar�a una relaci�n de pareja con
identidad?, �existen
modelos de parejas en las que sea perceptible dicha
identidad? O
�esta es
simplemente una formulaci�n
te�rica
y por dem�s
ut�pica?.
Espero, al responder dichos interrogantes poder poner alguno de los
cimientos para una comprensi�n
te�rica
del trabajo de Biodanza a este nivel.
11
Ver el aparte: estructura de este trabajo en la
Introducci�n
12 La
cual trabajaremos en el presente cap�tulo,
para en el siguiente abordar la
forma c�mo
la Biodanza contribuye a la formaci�n
de este tipo de pareja.
Cuestionando la
realidad familiar y de la pareja
Afirm�
arriba que el abordaje de la relaci�n
de pareja es uno de los m�s
complicados hoy en d�a, dado que si bien es com�n
encontrar en los seres humanos una necesidad de
construir un espacio de este tipo para su desarrollo
existencial, tambi�n
lo es observar las sensaciones de frustraci�n
que al hacerlo se produce. Y es que la vida en
pareja se ha complejizado demasiado, hasta el punto
de convertirse en lo que Mar�a
Ladi Londo�o
(2002:17) denomina �un
espacio peligroso�.
Ello todos lo sabemos, sin embargo continuamos
nuestras b�squedas
tal vez de una manera desenfrenada, pero siempre con
la esperanza de llegar a sentir de manera permanente
el calor y la felicidad que en algunos momentos
llenan nuestro coraz�n
cuando por fin sentimos que nos hemos tropezado con
�el
Amor�.
Y es que para poder hablar de relaci�n
de pareja, nos tenemos que referir al amor y all� encontramos otro escollo m�s
en el camino, pues much�simo
se ha dicho en
torno a este tema, todos (y aqu�
no temo generalizar) nos sentimos en condiciones de
decir algo en torno al tema y muchos lo han hecho
desde la perspectiva te�rica,
muchas veces
generando mas insatisfacci�n,
temor, y zozobra, a tiempo que la pluma inquieta de
algunos m�s
(algunos de los cuales espero haber consultado con
el respeto que me merecen), brindan una luz
esperanzadora en un mar agitado que necesita ser
conquistado.
Empecemos entonces el caminar recogiendo la mirada
m�s que pesimista, realista de la
mencionada autora y veamos que ocurre al final del
viaje.
Cuando Mar�a
Ladi Londo�o
puso a consideraci�n el texto: �el
amor como una met�fora
que da respuesta a la necesidad humana�,
en la cual insiste que �ste
no es m�s
que una hip�tesis
a trav�s
de la cual los seres humanos vivenciamos nuestras
fantas�as
por un mundo armonioso y digno, levant�
mas de una ampolla. Su tesis resultaba agresiva,
mucho m�s
cuando como colof�n
de sus argumentos
se atrevi�
a afirmar que el matrimonio es una instituci�n
que cayo en el espacio de
la obsolescencia,
poniendo en tela de juicio las ventajas que desde la
perspectiva del
control social y la vida espiritual trae consigo la
uni�n marital a la que el com�n
de los mortales desea llegar.
Por m�s
controvertido que sea este planteamiento, no podemos
negar que tiene una gran dosis de veracidad. Pero
miremos, un poco de soslayo, por que no podemos
ahondar demasiado en ello, los argumentos de Londo�o
y descubramos sus contribuciones a nuestro inter�s.
�Amor?...
� libertad?
El primer aspecto que
resalta esta autora, tiene que ver con el hecho
incontrovertible de que el amor es fundamentalmente
libertad. Ya muchos otras personas que escribieron
sobre el amor, entre ellas Erick Fromm,
krishnamurti, Octavio Paz, el Dalay Lama y hasta San
Pablo en el nuevo testamento, han hecho esta
afirmaci�n.
Lo novedoso de este planteamiento est�
en el hecho de que se realice una afirmaci�n
tan categ�rica
en el sentido de que no somos de ninguna manera
libres, por lo cual �no
sabemos amar. Y no sabemos amar porque no hemos
aprendido a ser libres; no hemos aprendido a vivir
en libertad como tampoco hemos aprendido a amar en
libertad�.
El amor hace parte de la vida y mientras la libertad no haga parte de
ella tampoco
�l nos habitar�.
Los esquemas impuestos para la vida en pareja, se
han propuesto desde perspectivas completamente r�gidas
que echan por la borda cualquier vivencia de este
tipo. Resulta ut�pico
pensar en ello toda vez que en nombre del amor se
tejen las m�s
aberrantes comportamientos de alienaci�n
y violencia de que seamos capaces los seres humanos
y que vivenciamos por fuerza en el espacio
primordial; el espacio familiar.
Y es que la familia
es una instituci�n,
tal y como lo es la pareja. Y si el amor solo puede
ser experimentado desde la vivencia de la libertad,
cualquier intento por
limitarlo es una
forma de atentar contra �l,
por tanto es posible afirmar que no es raro que el
amor se diluya en este medio. Como en toda instituci�n
la familia, tal y como nos la han presentado hasta
el momento, posee reglas, condicionamientos, l�mites estrictos y jerarqu�as,
prima la autoridad jer�rquica
sobre la afectiva, se
imponen
respetos, se exigen distancias y obediencias, o por
el contrario se diluyen estas para
convertirse en una masa informe de seres humanos con
escasez de identidad y abundancia de conflictos.
En nuestras familias
se difumina ese proyecto �tico
de la vida en armon�a
con el cosmos propuesto desde todos los sistemas
religiosos y espirituales.
�El amor es paciente, es servicial;
El amor no tiene envidia, no es presumido ni
orgulloso;
No es grosero ni ego�sta,
No se irrita, no toma en cuenta el mal;
El amor no se alegra de la injusticia; se alegra de
la verdad.
Todo lo excusa, todo lo cree,
Todo lo espera, todo lo tolera�
(1corintios 13, 4-7)
Y que decir tiene, el
modelo de pareja presentado para nosotros desde la
sociedad actual, telenovelizado, estereotipado y
centrado en exclusividades que m�s
que proporcionar vida a los compa�eros,
restringe el mundo al proyecto de vida de uno de los
dos, se fundamenta en la muy mal entendida fidelidad
y en torno a ella la violencia va de la mano con el
miedo, la represi�n, la frustraci�n
y la patolog�a.
Ahora bien, no es
contra el amor, contra quien la autora (y nosotros)
expresa su inconformismo, es contra la manera como
lo vivenciamos. Pues es claro que el amor tiene un
gran valor salv�fico
para la vida humana. La sacralidad de la vida est�
dada desde la sacralidad y la vivencia del amor. Es
a ese amor al que Biodanza le apunta, es a ese amor
al que en nuestro texto buscaremos darle sentido,
significado... opci�n.
Amor que encontramos en todas y cada una de las
relaciones de las que hacemos parte, pero que, como
dec�amos
en la introducci�n de este trabajo, dirigiremos fundamentalmente al que le da paso a la
conformaci�n
y dinamizaci�n
de la vida en pareja.
La prehistoria
del amor
Pero... �como
surgi�
el amor?, la respuesta la encontramos en el texto
escrito por la antrop�loga
Elizabeth Badinter en su libro �El
Uno Es El Otro�
(1987:17) que aunque est�
dedicado al seguimiento hist�rico
y antropol�gico
de la diferenciaci�n
sexual y la discriminaci�n
femenina, brinda algunas luces a nuestra b�squeda.
Badinter parte del hecho de que antes de comenzarse el humano a
distinguir del resto de los primates, ten�an
las mismas costumbres de estos en t�rminos
de la vida cotidiana y la reproducci�n,
lo cual implicaba que cada uno en la manada deber�a proveerse su alimento y defenderse de las dem�s
fieras que compart�an con ellos los espacios (estamos hablando de una �poca
hace entre ocho y nueve millones de a�os).
Tanto el trabajo en grupo como la divisi�n
de las funciones entre hombres y mujeres fue muy
posterior y se inici�,
al parecer, cuando para estos prehom�nidos
se comenz�
a plantearse el problema de las estaciones secas
prolongadas y con ello la aparici�n
de las sabanas peligrosas, lo que los oblig�
a aprender a transportar su alimento y llevarlos
hacia sitios m�s
seguros. Para Helen Fisher13 , este es el
origen de los b�pedos,
que crea una triple mutaci�n:
f�sica,
sociol�gica
y afectiva. Los cambios en la estructura anat�mica
comenzaron a surgir de una manera dram�tica.
Cambi�
la formas de los pies (sobre todo la anatom�a
del dedo pulgar),los tobillos, las piernas y la
pelvis se aline�
y consolid�
para soportar
el peso del tronco, lo que tubo en principio
consecuencias nefastas para las hembras que se
vieron obligadas a parir hijos prematuramente, lo
que obligaba mayores esfuerzos para la consecuci�n
de los alimentos y el cuidado de
Citada por
Badinter p.22
sus cr�as,
las cuales depend�an mas y por mas tiempo de ellas. Y es este entonces, el momento hist�rico
que interesa a nuestros fines:
�Con las sucesivas generaciones, la selecci�n del
trabajo a favor de los protohominidos, que copulaban
durante la mayor parte de su ciclo mensual. Las
hembras empezaron a perder su estro y su vida
cotidiana cambi�. La receptividad sexual permanente
de la hembra y la copulaci�n frontal iniciaron,
seg�n Fisher, uno de los intercambios fundamentales
de la raza humano: el amor. Sus atractivos
permitieron
sobrevivir a las hembras y crear relaciones econ�micas
con los machos. Aprendieron a repartirse las
tareas, a intercambiar carne y vegetales. La
actividad sexual
lo hab�a
unido y la dependencia econ�mica
reforzaba este lazo�.14
As�,
es como el amor surge discriminado de la acci�n
puramente instintual, para convertirse en uno de los
elementos que define la manera como se establecen
las relaciones entre los humanos y de manera
especial, la de los hombres con las mujeres (y podr�amos
afirmar de igual manera de los hombres y mujeres con
personas de su propio g�nero).
no fue posible para nosotros encontrar referentes
bibliogr�ficos,
que nos permitiera conocer la forma como el amor fue
ubic�ndose,
adem�s,
en un espacio nodal de la relaci�n
con el universo, con la vida... con su Dios (o sus
Dioses).
La historia del
amor
Esta distinci�n
nos lleva a otro punto hist�rico
que nos gustar�a
mencionar. Y es �a
partir de que momento el amor se vincula con el
romance? Harville Hendrix
(1991: 281)
plantea que los matrimonios rom�nticos,
si bien se han podido rastrear a lo largo de toda la
historia, estos s�lo
llegaron a convertirse en una �forma
cultural predominante�,
a finales del siglo XXI y b�sicamente
en el mundo occidental. �hay
indicaciones hist�ricas de la tendencia que hubo en el siglo XVI a la fusi�n
del romance y el amor creando el matrimonio por amor
en el mundo accidental (...) despu�s
del renacimiento y la reforma, que dieron origen al
concepto de los derechos individuales, a las
instituciones democr�ticas
y al
14Ibid. P 23
estatus cambiante de
la mujer, el matrimonio se convirti�
gradualmente en una fuente de satisfacci�n
individual y comenz�
a cumplir su funci�n
estabilizadora de la sociedad).
Acorde con Hedrix la tipo de relaciones rom�nticas,
se encuentran citadas en todas las mitolog�as
al igual que en la literatura mundial, aunque
ligadas a experiencias de relaci�n
extramarital y con connotaci�n
generalmente adultera, lo que nos dar�a
una idea del tipo de pareja que se constitu�a
antes de esta �poca
la cual se establec�a b�sicamente
por conveniencia y se manten�an
posiblemente
gracias a presiones, econ�micas, sociales, pol�ticas
y religiosas o al logro de cierta funcionalidad (de
nuevo se vislumbra la importancia de la distribuci�n
de roles y funciones al interior de la vida de
pareja).
�Antes del per�odo moderno, desde el siglo XVI hasta
nuestros d�as, la forma de matrimonio dominante en
el mundo accidental era el matrimonio arreglado, que
se basaba en aspectos econ�micos, pol�ticos o de
posici�n social y que ten�a el prop�sito de mantener
determinada realidad social. Esta forma de
matrimonio todav�a
predomina num�ricamente
en las actuales sociedades no occidentales. Otra
forma de matrimonio que ha existido a lo
largo de la historia y que existe en muchas culturas
es el matrimonio esclavo, en que a la pareja
�habitualmente la mujer- la compra un hombre por
medio de la �moneda de intercambio� que se utiliza
en esa cultura: dinero, cerdos, b�falos de agua,
etc. El c�nyuge comprado habitualmente tiene y educa
los hijos, realiza gran parte del trabajo dom�stico,
carece de propiedad y de derechos y puede ser
vendido si se desea o es necesario.
(...) Las relaciones amorosas pueden existir y
existen en todas las culturas, pero el matrimonio
que se basa en el amor y en la elecci�n mutua
requiere libertad de opci�n e igualdad de sexos. Sin
embargo, la libertad es un estado relativo, y la
mayor�a de los matrimonios en el mundo occidental
todav�a son arreglados y los c�nyuges a�n se escogen
por su valor. No obstante la esfera se ha trasladado
del mundo social y objetivo al mundo privado y
subjetivo. La elecci�n de pareja en una sociedad
democr�tica est� arreglada por el inconsciente, y el
valor de la pareja se determina por medio del juicio
inconsciente de su habilidad para proporcionar la
satisfacci�n ps�quica de necesidades emocionales. El
matrimonio rom�ntico o por
amor est� influenciado, o quiz�s determinado por los
padres, aunque no tengan conciencia de esto ello ni
la pareja15.
Si bien nos seduce la idea de iniciar la discusi�n
psicoanal�tica que nos propone al final el
autor lo que en este momento no s resulta mucho mas
relevante es
cuestionarnos frente a la utilidad de la relaci�n
de pareja en la historia, ya que mas que en el transcurrir
del tiempo, como vemos, ha estado mas ubicada en el
plano de la
funcionalidad que en el del v�nculo
afectivo que se genera entre amor (el cual abordaremos a fondo
un poco mas adelante) y funcionalidad en las
relaciones de pareja.
El amor y la
funcionalidad de la pareja
Hace poco le�
un peque�o
fragmento en donde se hac�a referencia a un texto en el que el autor se
preguntaba si �el
amor es suficiente para construir una buena relaci�n
de pareja?, A lo que respond�a
que naturalmente el amor por si solo no lleva a la
pareja al �xito;
lograr amarse no es condici�n
suficiente para que la pareja funcione, antes es
necesario que ambos encuentren el sentido y el
significado a dicha relaci�n.
El amor de pareja se construye, no es algo que
simplemente se logre por el simple ejercicio de
estar con el otro y la funcionalidad en este �mbito
depende de much�simos
factores que la determinan, tales como una adecuada
estrategia comunicacional y tener claridad sobre lo
que cada uno de los miembros de la pareja desea de
ella.
Ahora bien, podr�amos
decir que es precisamente la unidad entre
funcionalidad y amor lo que da muestra de la
identidad de pareja.
�PODEMOS
HABLAR DE IDENTIDAD DE PAREJA?
Ya en el capitulo
anterior nos dimos a la tarea de explicar a nuestro
modo la manera c�mo
se construye y dinamiza la identidad individual.
Aclaramos que ella
se estructura a trav�s
de un proceso que dura la vida entera del individuo
y que para ello se requiere de la presencia de
�otro�
que se convierte no solo en observador, sino tambi�n
en referencia para el individuo. Tambi�n
aclaramos que ese �otro�
puede llegar a obstaculizar, tanto como a
potencializar las opciones individuales a trav�s
de sus lenguajes validadores (legitimadores) o
invalidadores (deslegitimadores).
Lo anterior ser�a
v�lido
para un individuo, pero �lo
es para los grupos de individuos?. Si la identidad
de una manera resumida es el ��nico
y sus atributos�,
lo que se considere como �nico
(sea un individuo, una pareja o un grupo) goza de
esta propiedad. Existe la identidad de pareja, la
identidad de familia o la identidad de un grupo.
Como ya lo enunciamos, lo que le da identidad a
alguien (s�� mismo), es la
especificidad que le dan los patrones de relaci�n que establece ese alguien tanto interna como externamente (con los
otros s��
mismos) y que lo hace de una parte �nico
en tanto especie, pero particular en tanto
individuo.
En el caso de una
pareja, podr�amos
decir que tiene su propia identidad en la medida que
su estructura y din�mica
cotidiana est�
influenciada por patrones de
relaci�n
estructurados a su interior y que la hacen
particular ante otras parejas que por muy similares
que sean en sus maneras de relacionarse, nunca ser�n
iguales.
Dejando esta claridad
hecha, pasemos ahora a plantear �c�mo
se estructura la identidad de pareja?
Definiendo el amor
Para ello en primera instancia ser�a
necesario definir �qu�
es una relaci�n
de pareja? Y para ello tendremos que seguir las
pistas que nos han dejado los te�ricos
del amor, pues en su totalidad es en esta
experiencia vital en la que se ha enmarcado la vida
de pareja.
Como ya lo hemos enunciado, muchos autores han discurrido sobre el tema
del amor, Robert J. Sternberg (2000: 155) nos
recuerda algunas de las teor�as
pr�cticas
del amor.
En primera instancia retoma a Freud y comenta que acorde con su teor�a
el amor se defin�a
en t�rminos
de la sexualidad sublimada: el amor es una manera de
sublimar nuestros deseos sexuales inaceptables,
reconociendo algunos de ellos, de modo que se vean
como socialmente aceptables, de la misma manera este
proceso se experimenta tanto para la elaboraci�n
del complejo edipico y en la
etapa de latencia cuando el ni�o
y la ni�a
se ven obligados a reprimir sus acciones ante el objeto de
deseo (el padre de sexo opuesto, o sus amigos o
amigas).
Por su parte Theodore Reik, considera el amor como la manera de
sobreponerse ante la insatisfacci�n
personal. Este autor propone que los individuos
buscamos el amor y, en mayor medida la pasi�n
en los momentos de insatisfacci�n
con la vida propia, ocurre igual con otras personas
que buscan la salvaci�n
en la religi�n
o en las drogas. Dado que es imposible que alguien
externo a uno mismo le de la salvaci�n
y el sentido a la vida propia existen tres
alternativas: adaptarnos a un nuevo tipo de amor,
vivir eternamente con la frustraci�n de saber que no es posible hallar la salvaci�n
a trav�s
de un semejante o empe�arse
en continuar la
b�squeda
con la idea de lograr el objetivo con las
consecuencias emocionales que ello conlleva. En una tesis similar Melanie Klein asume que el amor
deviene de la dependencia de las dem�s
personas para encontrar la satisfacci�n
de las necesidades personales. Abraham Maslow de la
misma manera lo asume como proveniente de las
necesidades de seguridad y pertenencia y plantea la
existencia de dos formas de amor: Deficiencia de
amor cuando existen carencias personales producto de
la falta de algo que no se tiene y presencia de
amor, que resulta del deseo de autoactualizaci�n
y actualizaci�n
de la pareja (este representa el m�ximo
nivel de satisfacci�n personal).
Sternberg afirma que cada una de estas teor�as
son propias de las condiciones
hist�ricas
experimentadas por los autores, es decir por los
contextos sociopol�ticos
imperantes.
Lo que nos llama la atenci�n
es la concepci�n
del amor puesta siempre en la perspectiva de una
falencia, de algo que le falta a la persona, podr�amos inferir que en estas circunstancias el amor solo ser�a
posible en la medida que el sujeto
no tuviese clara
su identidad, lo que acorde a nuestro real saber y
entender estar�a
lejos de denominarse amor en la medida que la relaci�n
con el otro siempre estar�a
cargada de una gran dependencia.
La tesis de Froom, es para nosotros un poco mas ajustada a lo que
realmente ser�a
una relaci�n de amor (y a todas luces con muchas m�s
concordancias desde la propuesta
Biodanza) aunque si miramos su discurso de una
manera amplia igual hay algunos elementos de
neurosis en el.
Erich Fromm en su
libro cl�sico
�el
arte de amar�,
propone que el amor maduro significa: �uni�n
a condici�n
de preservar la propia integridad, la propia
individualidad�16
y asume que este mas que una capacidad humana es un
arte que debe
ser no solo aprendido, sino adem�s
asimilado y practicado para que pueda vivencirase de
la mejor manera. Fromm parte de tres premisas que
generalmente las personas asumen y que les impide
desear aprender el arte de amar.
1.Para la
mayor�a
de las personas el problema del amor radica en ser
amado y no en amar. Es decir se est�
mas atento a la buscar la mejor forma de ser amado y
no hacia fortalecer la propia capacidad de amar, de
hacerse dignos de ser amados.
2.Existe
una suposici�n
mas o menos generalizada de que en el amor el
problema es de objeto y no de facultad: existe la
creencia que amar es muy sencillo y que lo
complicado en encontrar a quien amar; se desplaza la
16Fromm, E. P. 30
atenci�n
hacia el encuentro de un objeto amoroso ajustado a
los presupuestos sociales que est�n
muy ligados a las disposiciones del mercado
imperantes (atractivos). Existe una priorizaci�n
del �qui�n?
Sobre el �c�mo?.
3. La confusi�n
existente entre la experiencia inicial del
enamoramiento y la situaci�n
de permanecer enamorado (o amar). Esta premisa es
compartida por varios autores que ven en el
enamoramiento simplemente un fen�meno
de car�cter
visceral, de archicortex... qu�mico;
es una experiencia propia del inconsciente en donde
lo que moviliza a la persona es el deseo, pero que
tiene la cualidad de desintegrarse en un corto
tiempo, per�odo
en el cual el individuo se va haciendo cada vez mas
consciente del otro y es obligado a aceptar
libremente al otro conociendo de antemano sus
defectos, errores o asiertos y cualidades; hecho que
implica pasar al amor definido por muchos como la
aceptaci�n
incondicional del otro; en palabras de Maturana
(1996:47) a partir del concepto de la biolog�a
de amor: asumir �al
otro como un leg�timo
otro en convivencia con uno�.
Con todo, quisi�ramos
atrevernos a formular nuestra propia definici�n
(que estamos seguros que no es del todo nuestra).
Ya acordamos que la identidad ten�a
que ver con el Ser. La pareja se conforma por la
decisi�n
que toman dos personas, quisi�ramos
intuir que son dos seres con
identidades
adecuadamente construidas, es decir un yo y
un t� (que a la vez es un yo) . de esta manera
concebimos la relaci�n
de pareja como
�La uni�n
de un yo y un t�,
para construir un nosotros (que es m�s
que el yo y el t�
Individualmente), en donde yo y t�mantienen su identidad�.
Rolando Toro plantea, citando a Mart�n
Buber, que la aparici�n
del concepto
�nosotros�
significa un requerimiento del concepto de
identidad, a partir de all�
no existe el yo sino el nosotros.
As�
mismo, al plantear del amor desde el enfoque del
problema de la identidad, Toro comenta que este se
convierte en un drama de dos identidades que luchan
por la unicidad y la comunidad, en una identidad
mayor, que nosotros denominamos identidad de pareja
Dos formas de Ser
en pareja
Ya abordado el problema de definir la relaci�n
de pareja, podemos dar respuesta a la pregunta antes
formulada sobre �c�mo
se estructura la identidad de pareja?
La antropolog�a
existencial explica que existen dos formas de vivir
la relaci�n
con el otro desde una perspectiva ontol�gica:
1.�Ser
para el Otro�
2.�Ser
con el Otro�.
En el primer caso el
yo se pierde en el otro (tu), quedando
relegado a las necesidades y caprichos de este. Qui�n
importa es el otro; este impone un proyecto de vida
que es vivenciado en pareja. La identidad del yo
pierde contextura para apoderarse de una identidad
prestada que dif�cilmente
un ser humano
pueda llegar a calzarse c�modamente,
aunque tal vez si pueda lograr una pseudoadaptaci�n
que nuble la conciencia propia por largo tiempo.
Por el contrario, en el segundo caso (ser con el otro) cada uno de los
participantes en la relaci�n
mantiene su identidad, al tiempo que sin�rgicamente
se encuentra para experimentar la vida desde la
perspectiva del �nosotros�.
En este estado, es vital que ambos tengan sino
claro, por lo menos si se encuentren en el camino de
aclarar su propio proyecto de vida.
Ahora bien, es l�gico
pensar que cada una de estas dos opciones plantea
tipos de relaci�n
diferente. Cuando se busca �Ser
para el otro� se propone un tipo de
relaci�n
basada en el miedo: ambos integrantes dependen el
uno del otro para mantener el statu quo de la
relaci�n,
lo que genera gran incertidumbre y por ende una
fuert�sima
dosis de temor. La desconfianza resulta ser uno de
los problemas m�s
com�n
en tanto que para poderse mantener en un espacio
relacional como este es necesario tener un muy bajo
nivel de autoestima.
Por el contrario en
una relaci�n
de pareja en donde existe tanto identidad individual
como de pareja, del tipo "Ser con el otro�,
se centra en la confianza y la complicidad; ambos
integrantes viven la seguridad y logran sentir
permanentemente la potencializaci�n
y el desarrollo personal. El otro es una referencia,
tal vez �la�
referencia, pero nunca llegar�
a ser el yo.
Sabemos lo complejo que es lograr este proceso en una cultura como la
nuestra que no
solo pondera, sino que promueve la despersonalizaci�n
y el individualismo; las din�micas
sociales, pol�ticas,
econ�micas,
espirituales, etc. Promueven la salvaci�n
individual como la panacea y relaciones de pareja
que no llegan a ser mas que dos seres en busca de
una identidad propia que comparten espacios y
tiempos, sin llegar a convivir ya que esto en
palabras de Rolando Toro significa �ser
con otro�,
es decir �adquirir
la capacidad de v�nculo
afectivo�.
RELACIONES DE
PAREJA CON IDENTIDAD
Surge ahora una nueva
pregunta �es
entonces posible llegar a vivir una relaci�n
de pareja con identidad?
Por su puesto que si. Aunque tambi�n
tenemos que decir que la dificultad de llegar a este estado no
estriba en el amor mismo, sino en las construcciones
mentales y creencias que al respecto se han creado
socialmente y en las exigencias de car�cter
inconsciente que las personas hacemos a nuestras
parejas y que en la mayor�a
de las ocasiones resultan extremadamente salidas de
tono.