::NOVEDADES::
 


NUEVA WEB



RESERVA DE PLAZA


SOLICITUD DE INFORMACI�N


CHAT EN DIRECTO


SITEMAP


RECURSOS GRATUITOS


 

CURSOS:


SERVICIOS


 

 

 


ART�CULOS


TESTS


DELEITE


BIBLIOGRAF�A

 


AVATRADE

avatrade

avatrade


 

avatrade opiniones

AvaTrade Scam


 

 


 

Javascript DHTML Drop Down Menu Powered by dhtml-menu-builder.com
::CULTIVAR LA PERCEPCI�N CONSCIENTE::
 

 Extra�do del libro "LA SABIDUR�A DEL ENEAGRAMA"
de Riso

               �C�mo conectar con nuestra verdadera naturaleza, con esa chispa de di�vinidad que vive en el interior de nosotros? �C�mo desprendernos de esas capas de defensas e identificaciones que tomamos por nosotros mismos, y aprender a confiar en que nuestra esencia nos dar� sustento y orientaci�n? �C�mo hacer eso no s�lo en un taller o en un apacible retiro junto a las monta�as, sino en nuestra vida cotidiana? �C�mo salir de un reconocimiento in�telectual de lo que es verdadero para vivir nuestra verdad momento a mo�mento? �C�mo hacer de nuestra vida una pr�ctica?

El eneagrama nos ayuda a desprendernos de los mecanismos limitadores de nuestra personalidad para que seamos capaces de experimentar profunda�mente qui�nes y qu� somos en realidad. Pero esto no ocurre de modo auto�m�tico; ciertamente es un requisito comprender los tipos de personalidad de modo claro y profundo, aunque la informaci�n sola no basta para liberarnos. No podemos llegar a la transformaci�n por simple fuerza de voluntad, pen�samiento o �t�cnica�; sin embargo, no puede ocurrir sin nuestra participa�ci�n. �Qu� papel tenemos entonces en nuestra transformaci�n?

 

�PILLARNOS EN EL ACTO�

 

Las tradiciones sagradas de todo el mundo se unen para insistir en la impor�tancia de ser testigos de nuestra transformaci�n. Se nos llama a estar vigilan�tes, a observarnos y a ser conscientes de nosotros mismos y de nuestras acti�vidades. Si deseamos beneficiarnos de este mapa del alma, hemos de cultivar el arre de la percepci�n consciente, aprendiendo a estar m�s despiertos a nuestra vida en cada momento, sin juicios ni pretextos. Hemos de aprender a �sorprendernos en el acto� de comportarnos seg�n los dictados de nuestra personalidad, a ver c�mo nos manifestamos momento a momento de modo mec�nico y no libre. Cuando somos capaces de advertir lo que estamos ha�ciendo en el momento presente, de experimentar el estado actual totalmen�te y sin juicios, empiezan a desvanecerse las viejas pautas.

La percepci�n consciente es fundamental en el trabajo de transforma�ci�n, porque los h�bitos de nuestra personalidad se marchan completamen�te cuando los vemos en el momento en que ocurren. Analizar comporta�mientos pasados es �til, pero no es tan poderoso como observarnos en el momento presente. Por ejemplo, ciertamente vale la pena comprender por qu� uno tuvo un terrible altercado con su c�nyuge o se irrit� con un socio � un hijo. Pero si de pronto nos sorprendemos en el momento mismo en que tenemos el altercado o nos irritamos, puede ocurrir algo extraordinario. En ese momento de conocimiento podr�amos caer en la cuenta de que en reali�dad no deseamos actuar con ese comportamiento discutible en que est�ba�mos tan sumergidos s�lo unos segundos antes. Tambi�n es posible que veamos una verdad m�s profunda acerca de nuestra situaci�n, por ejemplo, que ese �punto importante� que tanto dese�bamos establecer era s�lo un in�tento de justificarnos, o peor a�n, un intento encubierto de desquitarnos de alguien. O que ese �comentario ingenioso� que tanto nos divert�a era en rea�lidad un intento de evitar sentirnos tristes o solos.

Si somos capaces de permanecer con estas impresiones, nuestra percep�ci�n consciente continuar� expandi�ndose. Al principio tal vez nos sintamos avergonzados o azorados; podr�amos sentir el deseo de cerrarnos o de dis�traernos de diversas maneras. Pero si continuamos presentes en nuestra inco�modidad o desagrado, tambi�n sentiremos surgir algo distinto, algo m�s real, capaz, sensible y exquisitamente consciente de nosotros mismos y de nuestro entorno. Este �algo� es comprensivo y fuerte, paciente y sabio, intr�pido y de inmenso valor. Este algo es lo que verdaderamente somos. Es el �yo� que trasciende al nombre, sin personalidad, nuestra verdadera naturaleza.

 

DESPERTAR

 

La Biblia dice que Ad�n entr� en un sue�o profundo, y en ning�n lugar dice nada respecto a su despertar.

UN CURSO DE MILAGROS

 

La percepci�n consciente no s�lo nos puede cambiar la vida, tambi�n puede salv�rnosla. Hace varios a�os una fuerte tormenta provoc� la ca�da de un im�portante puente de autopista, durante la noche. Varias partes del puente ca�yeron en el r�o; esto, sumado a la oscuridad, la lluvia torrencial y la confusi�n de la tormenta hac�a peligros�sima la situaci�n para los desprevenidos auto�movilistas.

Un conductor alerta vio lo ocurrido y consigui� frenar a unos metros del borde, junto antes de caer a una muerte segura en el r�o, doce metros aba�jo. Se arriesg� a correr hacia el tr�fico que ven�a y alert� a los dem�s conduc�tores del peligro. Casi de inmediato apareci� un coche en el que ven�an cin�co j�venes. Al ver las fren�ticas se�ales del hombre para detenerlos, al parecer creyeron que s�lo deseaba pedir ayuda para su coche detenido; riendo, le hi�cieron un gesto grosero y el conductor apret� a fondo el acelerador. A los po�cos segundos cayeron por el borde del puente y murieron todos en el r�o.

Desde nuestra perspectiva, podr�a decirse que su personalidad los mat�. El desprecio, la hostilidad, la bravuconer�a, la renuencia a escuchar, la falta de compasi�n, la vanidad, cualquiera de muchos impulsos relacionados pudo ser la causa de la decisi�n del conductor de no detenerse. Alg�n h�bi�to, alg�n rasgo de su personalidad domin� la situaci�n en el momento cr�ti�co, con tr�gicos resultados.

Es un importante progreso comprender perfectamente hasta qu� punto confiamos nuestra vida a mecanismos de nuestra personalidad y en qu� peli�gros estamos cuando lo hacemos. Muchas veces es como si un ni�o de tres a�os tomara muchas de nuestras decisiones importantes de la vida. Cuando entendemos la naturaleza de los mecanismos de nuestra personalidad pode�mos empezar a decidir si nos identificamos con ellos o no. Si no los conoce�mos, ciertamente no hay ninguna opci�n posible. Pero cuando vemos nues�tro tipo de personalidad. Cinco, Dos u Ocho, aparece la oportunidad de �no actuar� seg�n nuestro tipo.

Gurdjieff y otros profesores espirituales han afirmado que nuestro esta�do normal de conciencia es una especie de �sue�o�. Esto podr�a parecer raro, pero en lo relativo al grado de percepci�n que somos capaces de alcanzar, nuestro estado normal de conciencia dista tanto de una experiencia directa de la realidad como dista el estado de sue�o de la conciencia de vigilia. De todos modos, sabemos que cuando estamos durmiendo nuestros sue�os nos parecen muy reales; cuando despertamos y comprendemos que est�bamos so�ando cambia nuestra conexi�n con la realidad, toma otro enfoque nues�tra sensaci�n de qui�nes y qu� somos.

 

MIRADA CONSCIENTE

Dedica un momento a mirar la habitaci�n en que est�s en este momento. �Qu� no hab�as notado en ella antes? �Tiene aspectos que no hab�as visto nunca? M�rala de verdad. No des por sen�tado que lo conoces todo en ella. Mientras miras, �sientes tu cuerpo? �Adviertes tu postura mientras est�s mirando? Si intentas hacer esto, �notas algo diferente entre tu sentido actual de ti mismo y el modo como te experimentas normalmente?

 

Despertar del trance de la personalidad se produce de modo bastante parecido. Tenemos una especie de reacci�n retardada y nos preguntamos:

��Qu� fue eso? �D�nde estaba yo hace un momento?�. Podr�a sorprendernos lo perdidos que est�bamos, aunque en esos estados anteriores no nos sinti�ramos perdidos. Si alguien nos hubiera preguntado si est�bamos totalmente presentes y despiertos habr�amos contestado que s�, pero desde este nuevo punto de vista vemos que no lo est�bamos. Tal vez comprendemos que par�tes enteras de nuestra vida las hemos pasado �dormidos�.

 

�QU� ES CONCIENCIA O PERCEPCI�N CONSCIENTE?

 

Cada pensamiento, cada acto, se torna sagrado a la luz de la conciencia.

THICH NHAT HANH

 

Usamos much�simo la expresi�n percepci�n consciente, y es un t�rmino im�portante en muchos m�todos de crecimiento ps�quico y espiritual. Sin em�bargo, es dif�cil encontrar una definici�n acertada; podr�a ser m�s f�cil defi�nirla por lo que no es que por lo que es. Por ejemplo, podemos decir que no es pensar, no es sentir, no es moverse, no es intuici�n y no es instinto, aun�que s� puede contener cualquiera o todas estas cosas.

Ni siquiera el pensamiento m�s activo y centrado equivale a tener con�ciencia o percibir conscientemente. Por ejemplo, podr�amos estar pensando intensamente acerca de qu� escribir en este cap�tulo y al mismo tiempo ser conscientes de nuestro proceso de pensamiento. En otra ocasi�n podr�amos observar que estamos pensando en una inminente reuni�n de negocios, o en�sayando en la cabeza una posible conversaci�n con alguien, mientras damos un paseo. Por lo general, nuestra conciencia est� tan sumida en nuestra con�versaci�n interior que no nos experimentamos como separados de ella. Pero con m�s percepci�n consciente somos capaces de apa�arnos de nuestra con�versaci�n imaginaria y observarla.

Del mismo modo podemos percibir m�s conscientemente nuestros sen�timientos. Podemos sorprendernos atrapados en la irritaci�n, el aburrimien�to o la soledad. Cuando somos menos conscientes nos identificamos con un sentimiento; por ejemplo, no percibimos la naturaleza temporal de la frus�traci�n o la depresi�n: creemos que as� es como somos. Una vez pasada la tor�menta comprendemos que el sentimiento era temporal, aunque cuando es�t�bamos inmersos en �l era toda nuestra realidad. Pero cuando percibimos conscientemente nuestros sentimientos observamos con claridad su surgi�miento, su efecto en nosotros y su desaparici�n.

Tambi�n podemos tener m�s conciencia de lo que hacemos, de las sen�saciones del cuerpo en actividad o descanso. Para bien o para mal, nuestros cuerpos han aprendido a hacer muchas cosas con piloto autom�tico. Por ejemplo, somos capaces de conducir un coche y conversar al mismo tiempo. Podr�amos estar pensando en lo que vamos a decir, preocupados al mismo tiempo por llegar a nuestro destino, mientras el cuerpo hace todas las cosas complicadas necesarias para conducir el coche. Todo ello puede ocurrir autom�ticamente y sin exigir mucha conciencia, o con s�lo una parte de conciencia o con toda ella.

Cada momento nos presenta la posibilidad de expandir nuestra percep�ci�n, con muchos beneficios para nosotros:

 

► Cuando nos relajamos y permitimos que se expanda nuestra percep�ci�n consciente, no quedamos tan atrapados en aquello que atrae nuestra atenci�n. Si hemos estado asustados, angustiados o extraviados en sue�os despiertos y fantas�as, adquirimos objetividad y perspectiva sobre lo que es�tamos haciendo. En consecuencia, sufrimos menos.

 

► La expansi�n de la conciencia nos capacita para estar m�s presentes en los problemas o dificultades y por lo tanto para tener m�s recursos para enfrentarlos. Vemos soluciones nuevas y evitamos reaccionar por h�bito se�g�n los mecanismos de nuestra personalidad.

 

► La expansi�n de la conciencia nos abre a una verdadera relaci�n con los dem�s y con el mundo que nos rodea. El placer y la maravilla de cada mo�mento nos sustenta y enriquece. Incluso lo que normalmente considerar�a�mos experiencias desagradables tienen una cualidad muy diferente cuando las experimentamos con percepci�n consciente.

Tambi�n usamos con frecuencia el verbo ver, por ejemplo en la expre�si�n �es importante que veamos los mecanismos de nuestra personalidad�. Sin embargo, igual que ocurre con la expresi�n percepci�n consciente o con�ciencia, hemos de aclarar lo que queremos decir con esta palabra. M�s concretamente, es esencial comprender qu� parte de nosotros �ve�. Todos tene�mos bastante pr�ctica en hacer comentarios sobre nosotros mismos o evaluar nuestras experiencias. En esos casos, una parte de nuestra personalidad criti�ca o hace un comentario de otra parte, como diciendo: �No me gusta esa par�te de m�� o �Ha sido fabuloso el comentario que acabo de hacer�, etc�tera. Este comentario interior suele llevar solamente a una estructura del ego in�flada, vac�a y pobre, y finalmente a un conflicto interior. Ese no es el tipo de �ver� que nos conviene cultivar.

�Ver� no es una comprensi�n puramente intelectual tampoco. Cierta�mente el intelecto tiene su papel y no queremos decir que no necesitamos la mente en el proceso de transformaci�n. Pero la parte de nosotros que ve es algo m�s omnipresente, aunque esquivo. A veces se le llama observador interior o testigo. Es nuestra percepci�n consciente total, viva, aqu� y aho�ra, capaz de comprender la experiencia en muchos niveles o planos dife�rentes.

 

APRENDER A �OBSERVAR Y DEJAR PASAR�

 

No necesitamos mejorar; s�lo hemos de soltar lo que nos bloquea el coraz�n.

JACK KORNFIELD

 

El mundo se nos presenta a trav�s de los sentidos; mediante nuestras reacciones creamos enga�os. Sin reacciones el mundo aparece con claridad.

BUDA

 

Una de las habilidades m�s importantes que hemos de adquirir al embarcar�nos en el viaje interior es la de �observar y dejar pasar� los h�bitos y meca�nismos de nuestra personalidad que nos han atrapado.

Nuestra m�xima es enga�osamente sencilla; significa que hemos de aprender a observarnos, a ver lo que surge en nosotros momento a momen�to, as� como ver qu� nos invita a alejarnos del aqu� y el ahora. Sea agradable o desagradable lo que encontremos, nos limitamos a observarlo. No tratamos de cambiarlo ni nos criticamos por lo que hemos descubierto. En la medida en que estamos presentes en lo que descubrimos, sea lo que sea, las constric�ciones de nuestra personalidad comienzan a aflojarse y nuestra esencia co�mienza a manifestarse m�s plenamente.

 

A diferencia de lo que pueda creer nuestro ego, no es nuestro papel re�pararnos o transformarnos. En realidad, uno de los principales obst�cu�los para la transformaci�n es la idea de que somos capaces de �arreglarnos�. Esta idea, l�gicamente, plantea algunas preguntas interesantes. �Qu� parte creemos que necesita reparaci�n y qu� parte se atribuye la autoridad y capa�cidad para arreglar a la otra parte? �Qu� partes son el juez, el jurado y el acusado en el banquillo? �Cu�les son los instrumentos de castigo o rehabilita�ci�n y qu� partes los van a manejar sobre qu� otras partes?

Desde la primera infancia estamos programados para creer que necesi�tamos ser mejores, esforzarnos m�s y desechar partes de nosotros desaproba�das por otras partes. Toda nuestra cultura y educaci�n nos recuerdan cons�tantemente c�mo podr�amos tener m�s �xito, m�s seguridad, ser m�s deseables o espirituales si hici�ramos este o aquel cambio. En resumen, hemos aprendido que necesitamos ser diferentes de lo que somos conforme a alguna f�rmula que ha recibido la mente. La idea de que simplemente nece�sitamos descubrir y aceptar a quienes somos en realidad es contraria a casi todo lo que se nos ha ense�ado.

Ciertamente, si hacemos cosas que nos perjudican, como abusar de las drogas o el alcohol, o entregarnos a relaciones destructivas o actividades de�lictivas, es necesario poner fin a ese comportamiento primero para poder ha�cer el trabajo de transformaci�n. Pero lo que normalmente nos capacita para cambiar no es sermonearnos ni castigarnos, sino cultivar una presencia men�tal serena y sosegada para ver lo que nos impulsa a hacernos da�o. Cuando llevamos percepci�n consciente a nuestros malos h�bitos y a esas partes nues�tras de las que nos gustar�a librarnos, entra en juego algo totalmente nuevo.

Cuando aprendemos a estar presentes en nuestra vida y receptivos al momento comienzan a ocurrir milagros. Uno de los mayores milagros es que somos capaces de dejar en un minuto un h�bito que nos ha fastidiado du�rante muchos a�os. Cuando estamos totalmente presentes el viejo h�bito se marcha y ya no somos los mismos. Experimentar la curaci�n de nuestras m�s viejas heridas por acci�n de la percepci�n consciente es el milagro con el que todos podemos contar. Si seguimos este mapa del alma hasta las profundidades de nuestros corazones, el odio se convertir� en compasi�n, el rechazo en aceptaci�n y el miedo en admiraci�n.

Recuerda siempre que es tu derecho y es tu estado natural ser sabio y noble, afectuoso y generoso, estimarte a ti y estimar a los dem�s, ser creativo y renovarte constantemente, participar en el mundo con respeto y en profundidad, tener va�lor y confiar en ti, ser dichoso y h�bil sin esfuerzos, ser fuerte y eficaz, disfrutar de la paz mental y estar presente en el desenvolvimiento del misterio de tu vida.

 

EMPUJONES ESPIRITUALES PARA EMPEZAR

 

Sea cual sea tu tipo, hay cosas concretas que puedes hacer para dar un impulso a tu crecimien�to espiritual y personal. Los siguientes son aspectos problem�ticos espec�ficos de los tipos, pero todos quedamos atrapados en ellos de tanto en tanto. As� pues, si deseas avanzar en tu trabajo interior, lleva la mayor percepci�n consciente posible a los siguientes h�bitos:

 

o         Hacer juicios de valor, condenar, a ti mismo y a otros (Uno).

o         Ceder tu val�a a otros (Dos).

o         Tratar de ser distinto a como eres aut�nticamente (Tres).

o         Hacer comparaciones negativas (Cuatro).

o         Interpretar exageradamente tus experiencias (Cinco).

o         Depender de algo exterior a ti para obtener apoyo (Seis).

o         Adelantarte a lo que vas a hacer a continuaci�n (Siete).

o         Intentar forzar o controlar tu vida (Ocho).

o         Resistirte a que te afecten tus experiencias (Nueve).

 

LA IDENTIFICACI�N Y EL OBSERVADOR INTERIOR

 

La identificaci�n [...] es una ma�nera de huir del yo.

KRISHNAMURTI

 

Si hablamos con propiedad, son muy pocos los hombres que viven en el presente; la mayor�a se est�n preparando para vivir en otro tiempo.

JONATHAN SWIFT

 

A medida que adquirimos experiencia en estar presentes y en observarnos, comenzamos a advertir el desarrollo de un nuevo aspecto de nuestra percep�ci�n: una capacidad de �presenciar� con m�s objetividad nuestra experiencia. Como hemos dicho, a este tipo de percepci�n se la ha llamado observador in�terior. El observador interior nos permite observar lo que ocurre dentro y fuera de nosotros simult�neamente, sin hacer comentarios ni juicios.

El observador interior es necesario para la transformaci�n debido a un mecanismo psicol�gico al que Gurdjieff llam� �identificaci�n�, que es uno de los principales modos como la personalidad crea y sostiene su realidad.

La personalidad se puede identificar con cualquier cosa, con una idea, con el cuerpo, con una comez�n, con una puesta de sol, con un ni�o, con una canci�n, etc�tera. Es decir, en cualquier momento en que no estamos totalmente despiertos, nuestro sentido de identidad proviene de cualquier cosa a la que estemos prestando atenci�n. Por ejemplo, si estamos nervio�sos, con la atenci�n centrada en una inminente reuni�n, es como si ya estuvi�ramos experimentando la reuni�n (aunque sea una imaginaria) en lugar de estar en lo que est� ocurriendo en el momento. O, si nos identifi�camos con una reacci�n emocional o afectiva, por ejemplo con una atracci�n hacia alguien, es como si fu�ramos esa atracci�n. O si nos sentimos re�prendidos por una voz cr�tica que nos habla en la cabeza, no podemos separarnos de esa voz.

Si acallamos la mente, aunque sea un poco, observamos c�mo nuestros estados fluct�an de momento en momento. Un instante uno est� pensando en el trabajo y al siguiente ve cruzar la calle a una persona que le recuerda a alguien con quien estuvo saliendo hace unos a�os. Un instante despu�s re�cuerda una canci�n de la �poca del colegio, pero en ese momento pasa un co�che por una charca y le salpica agua y uno se enfurece con el conductor idio�ta y no logra pensar en otra cosa hasta que cae en la cuenta de que necesita un caramelo para sentirse mejor. Y as� sucesivamente. Lo �nico constante es la tendencia de la personalidad a identificarse con cada estado sucesivo.

La percepci�n consciente se expande y se contrae como un globo, pero la identificaci�n siempre la hace empeque�ecerse. Podr�amos advertir que cuando nos identificamos con algo, la percepci�n de nuestro entorno inme�diato disminuye considerablemente. Percibimos menos de los dem�s, de lo que nos rodea y de nuestro estado interior. Dicho con palabras sencillas, cuanto m�s identificados estamos, m�s contra�da est� nuestra percepci�n y m�s desconectados estamos de la realidad.

Con el tiempo nuestra identificaci�n se fija con cierto conjunto de cua�lidades (tales como fuerza, empat�a, paz o espontaneidad, por nombrar s�lo unas pocas), y se establece el sentido del yo caracter�stico de nuestro tipo. Los sentimientos y estados que abarcan nuestro sentido del yo son aquellos que creemos necesarios para lograr nuestro deseo b�sico. Cuanto m�s nos identi�ficamos con nuestro sentido del yo, m�s nos encerramos en �l y m�s olvida�mos que tenemos a nuestra disposici�n otras opciones y otras modalidades de ser. Comenzamos a creer que somos ese h�bito o pauta. Nos centramos s�lo en ciertas cualidades de la gama total de nuestras capacidades humanas, como diciendo: �Estas cualidades son yo, no �sas. Yo soy as�, no as�. Y de este modo desarrollamos una imagen propia, una definici�n propia, un tipo de personalidad previsible.

Por ejemplo, el miedo b�sico del tipo Ocho es ser da�ado o controlado por otras personas o por la vida, y su deseo b�sico es protegerse y defender�se. La protecci�n propia y la confianza o seguridad en uno mismo son nece�sidades humanas universales, y aunque no seamos del tipo Ocho, necesita�mos protegernos f�sica y emocionalmente. Los Ocho j�venes, sin embargo, comienzan a centrarse en las cualidades que encuentran en s� mismos que les ayudar�n a protegerse. Descubren su potencia, su fuerza de voluntad, su per�severancia y su capacidad de imponerse, y comienzan a usar esas capacidades para desarrollar y reforzar la identidad de su ego.

             

 
 
 
 

:: INICIO :: CRECIMIENTO PERSONAL :: CURSOS ::  CAMPUS::  :: INFORMACI�N:: SALUD PENE :: ART�CULOS :: DELEITE ::

::  AVISO LEGAL ::  Webmaster: Francisco G�mez  ::    AVATRADE  ::  AVATRADE/AVATRADE  :: avatrade opiniones  :: AvaTrade Scam ::